La UVC producida artificialmente se ha utilizado con éxito como germicida y bactericida durante décadas. Puede matar microorganismos, como bacterias, virus y otros patógenos, o impedir su desarrollo, y proporciona una alternativa sin sustancias químicas a otros métodos de desinfección
A diferencia de los métodos químicos de desinfección, la radiación UVC proporciona una inactivación rápida y eficiente de los microorganismos mediante un proceso físico. Cuando las bacterias, los virus y los protozoos se exponen a las longitudes de onda germicidas de la luz UVC, se vuelven incapaces de reproducirse e infectar. Se ha demostrado que la luz UV es eficaz frente a microorganismos patógenos, como los causantes del cólera, la polio, la fiebre tifoidea, la hepatitis y otras enfermedades bacterianas, víricas y parasitarias.
Los microorganismos se desactivan por medio de la luz UVC como resultado del daño a los ácidos nucleicos. El ADN y el ARN celular absorben la energía alta asociada con la energía UVC de longitud de onda corta, principalmente a 254 nm. Esta absorción de energía UVC forma nuevos enlaces entre nucleótidos adyacentes creando dobles enlaces o dímeros.
La dimerización de las moléculas adyacentes, especialmente de las timinas, constituye el daño fotoquímico más frecuente. La formación de numerosos dímeros de timina en el ADN de bacterias y virus impide la replicación y la capacidad de infectar.
La lámpara UVC impide que los microorganismos se reproduzcan dañando su ácido nucleico. La desinfección por UVC no es un proceso químico y no produce ningún residuo.
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